La implementación de “Mañanitas en casa”, es una posibilidad de aprendizaje para todos. Dependiendo de la edad los niños necesitan más o menos acompañamiento en la realización de la actividad, pero la guía inicial del adulto es muy importante ya que ellos no están acostumbrados a realizar una serie de actividades dirigidas en casa, pero gracias a la repetición es posible desarrollar nuevas habilidades y dar continuidad a su proceso formativo.
El desafío que tenemos es fortalecer hábitos de vida saludables (alimentación, sueño, higiene, actividad física y colaboración en el hogar) y que los niños comprendan que hay un momento y un lugar para cada cosa, ya que esto permite instaurar las rutinas y los limites.
Para que los niños puedan entender su entorno y saber cómo comportarse, es importante que exista unidad de criterio entre los cuidadores que habitan la casa en el periodo de aislamiento. Esto significa que comprendan aquello que se permite y que no se permite en la familia. Los límites y las normas dentro de la casa deben ser claros y los padres debemos ser constantes en la ejecución de estos.
– Se deben establecer reglas de la familia (claras y específicas) de acuerdo a la filosofía de su hogar y que faciliten la convivencia en este tiempo de interacción constante.
– Las normas y límites deben darse a conocer de forma descriptiva (esto sí, esto no), pues “portarse bien”, “estar juicioso” son categorías muy amplias, que no indicas formas de actuar específicas.
– Evitar juicios y etiquetas negativas (eres…, tu siempre…), refirámonos a los comportamientos, sin calificar a las personas. Es diferente decir: “pegarle a otro es una grosería, se piden las cosas con las palabras” que “ eres un grosero, que siempre le pega a otros para coger las cosas”.
Las rutinas ayudan a nuestros hijos a tener claridad sobre la actividad a realizar y permiten la comprensión respecto a lo que se espera de ellos (dan orden a las actividades, incrementan la comprensión, se aprovechan los momentos del día y facilitan la predisposición y disposición).
– Elijamos espacios adecuados para cada actividad y seamos constantes con esto, para que entiendan que hay un lugar para cada actividad.
– Anticipar lo que va a pasar de manera clara y que vean que el control de la rutina lo tenemos los padres. Si tenemos que cambiar el orden de las actividades, se los hacemos saber para que ellos comprendan que las cosas eventualmente pueden cambiar, pero siempre se cumple lo que dicen los padres.
– La anticipación puede ser visual (hacerles imágenes de los momentos dela rutina o incluso dibujar en presencia de ellos para explicarle las situaciones que van a suceder) o verbal (estableciendo claramente el comportamiento esperado).
La mejor manera de prevenir el comportamiento negativo es reforzando el positivo, ya que las conductas reforzadas tienden a repetirse. Mientras más tiempo compartimos juntos, se hace más necesario identificar las fortalezas de los miembros de la familia, que no habíamos podido sacar a la luz.
Si elogiamos las conductas positivas de los niños durante esta cuarentena, les estamos mostrando “por donde va el agua al molino” y ellos empiezan a comprender, que conductas llaman nuestra atención y como esto favorece las vivencias que tenemos como familia. Es algo así como convertirnos en los detectives de conductas positivas, estando atentos a cuando los niños se comporten como les anticipamos y reforzando dicho comportamiento.
Antes o durante el momento que se presenten conductas inadecuadas, es muy efectivo redirigir, por ejemplo: al ver que tiene una crayola en la mano, sin una hoja cerca. Lo redirigimos, dándole una hoja en la que pueda pintar, garantizamos que pinte ahí y elogiamos que está pintando en el lugar indicado.
Al estar en casa la tendencia es realizar actividades sedentarias. Es importante tratar de garantizar movimiento. Lo más atractivo de las estrategias para activarlos físicamente, es que los adultos lo hagamos con ellos. Los ejercicios de movilidad al empezar el día, libera la tensión en todos los miembros de la familia, incluyendo a los padres.
Para favorecer la regulación emocional, es muy importante:
Poner en palabras lo que como adultos pensemos que puedan estar sintiendo y de forma empática mostrar una posible alternativa de solución. Esto les permite el reconocimiento de sus propias emociones, así como la posibilidad de expresar en situaciones futuras lo que piensan y sienten de forma adecuada. Por ejemplo, “yo sé que estás enojada porque quieres el control, pero los niños no juegan con el control. Puedes jugar con tu muñeca”.
Expresar verbalmente cuando como adultos sentimos una emoción y cuál es la solución que podemos implementar, pues estamos dando el modelo y ellos se identifican con nosotros. Por ejemplo, “estoy enojado, porque no funciona el internet y debo mandar un correo. Voy a intentar conectarme con el celular y ya voy a llamar a la empresa de internet, para encontrar una solución”.
Es normal sentir miedo en esta situación de incertidumbre y por eso es importante abordar el tema, sin saturarlos de información y sin comentarios abrumadores o desesperanzadores. Como adultos somos nosotros quienes podemos mostrarles como hay una luz de esperanza, si todos ponemos de nuestra parte y nos hacemos más humanos.
“El ejemplo es la orden silenciosa” y por eso solo nuestro comportamiento es lo que les enseña a los niños que sentir las emociones está bien, que hay que ponerles nombre, que hay que dejarlas pasar y que hay que entrenarnos constantemente en la forma como las expresamos, para no herir a otros o a nosotros mismos con la forma como reaccionamos.
Si bien el cronograma de Mañanitas en casa propone unas actividades para cada día, la idea es que las realicen de acuerdo a las dinámicas de cada familia. Como las actividades propuestas apuntan a varias dimensiones del desarrollo, pueden estar tranquilos si aplazan alguna o si las repiten haciéndoles modificaciones. Incluso si hay inconveniente para terminar una actividad en determinado momento, se le puede explicar al niño que la terminaremos luego de almorzar, por ejemplo. El cronograma no es una camisa de fuerza, por el contrario, es una guía para trabajar de forma equilibrada con los niños, las habilidades esperadas para la edad.
Antes de dar cualquier instrucción, me pregunto: ¿la instrucción en necesaria?. SI la respuesta a esta pregunta en NO, no la doy. SI la respuesta es SI, reviso que yo pueda garantizar su cumplimiento (Planear de antemano lo que haremos si el niño no cumple, de manera que lo que le digamos se haga).
Debemos garantizar la atención (Reducción de distractores, contacto visual y bajarnos a su nivel) y la orden debe ser: CORTA, CLARA, AFIRMATIVA, FIRME Y DIRECTA (No presentar la instrucción como una pregunta o una súplica, no gritar y SIEMPRE ser explícito en lo que se espera del niño, instrucciones en términos positivos y una orden a la vez). Por ejemplo: vamos a comer, vamos a dormir, vamos a guardar.
Es fundamental que ayudamos a dar cumplimiento a la orden, para que como buenos detectives de conductas positivas podamos elogiar posterior al cumplimiento y esta conducta tienda a repetirse.
Cuando el niño cumple la orden o instrucción, sin dilatar su respuesta, dar lo que le prometimos inmediatamente. Por ejemplo, “después de recoger los bloques, sacamos los animales”. Al terminar de recoger el último bloque (con ayuda nuestra para garantizar cumplimiento), inmediatamente sacamos los animales.
Al revisar el cronograma de actividades propuestas, pueden decidir cuáles son más susceptibles de llevar a cabo durante un día determinado, pues es importante considerar la disponibilidad de los padres, la demanda de acompañamiento que requiere la actividad y los materiales requeridos.
Además de las actividades propuestas en el cronograma, una forma estratégica de evitar tiempos muertos, de hacerles sentir a nuestros hijos que son útiles y que tienen un lugar muy importante en la familia, es invitándolos a participar y otorgarles responsabilidades en momentos del día, como: preparar alimentos, guardar prendas de vestir y limpieza del hogar. En estos momentos podemos practicar habilidades cognitivas como clasificación (al separar las prendas de acuerdo a quien sea su dueño, al separar alimentos, al clasificar cubiertos), nominación (nombrar prendas, alimentos, lugares y objetos al ubicarlos en el lugar correspondiente), habilidades de motricidad fina (al preparar alimentos, al limpiar el mesón con una esponja, etc), habilidades de motricidad gruesa (al ayudar a barrer, al llevar con equilibrio alimentos a la mesa según la edad, etc).
Los encuentros virtuales son una estrategia para que los niños vean a sus profes, a sus compañeros y reactiven su motivación para realizar actividades de Mañanitas en casa. Si no se cuenta con los recursos de conectividad, hay algún inconveniente en la conexión o suceden cosas en la cotidianidad que no eran como esperábamos, lo más importante es dar a los niños modelo de solución de problemas, donde nos vean proactivos y buscando solución al problema.
En el caso de la conexión es importante explicar a los niños que nuevamente habrá posibilidad de conectarse y se da paso a la realización de alguna de las actividades del cronograma. Si por ejemplo no hay forma de imprimir, la idea es poder dibujar las fichas y explicar a los niños lo recursivos que fuimos. Los niños no conocen la diferencia entre la imagen impresa y la dibujada por nosotros, pero definitivamente la forma como los adultos nos expresamos de lo que sucede a nuestro alrededor, predispone o motiva a los niños frente a las personas o actividades a realizar.
En esta situación hay mucho contenido online que es apropiado para los niños, la idea es aprovechar estas oportunidades, pero estar atentos a que ven los niños y tratar de limitar el uso excesivo de estas ayudas tecnológicas. El movimiento y las actividades sin interrupciones de pantallas son muy importantes.
Es normal que los niños presenten dificultades en su comportamiento, pues el estilo de vida se ha modificado significativamente. Todas estas conductas tienen una función en el entorno y como los niños apenas están aprendiendo a comunicarse de forma efectiva, generalmente estos comportamientos son indicadores, para que como adultos les enseñemos una nueva habilidad o para que realicemos cambios en la forma como reaccionamos ante sus comportamientos.
Observar es la clave, para identificar como podemos guiar a nuestros hijos en estos momentos de incertidumbre. A veces se trata de un mal día, pues, así como no todos los días son buenos, no todos los días son malos.
Predecir la conducta del otro genera tranquilidad y seguridad, por esto es importante que los adultos que estemos alrededor de ellos, tengamos el control de nuestras emociones, sin que las situaciones que no esperábamos nos descompongan. Para esto es clave definir qué situaciones se negocian y cuáles no.
Para evitar reaccionar ante sus comportamientos y buscando responder, las consecuencias deben ser (4 R):
–Reveladas con anticipación, para permitirles decidir y asumir la consecuencia de su comportamiento.
–Relacionadas con el comportamiento inadecuado, para poder generar un aprendizaje o una nueva habilidad.
–Respetuosas con ellos
–Razonables y proporcionadas a la conducta inadecuada. Que realmente las podamos cumplir como papás.
Si logramos que las consecuencias cumplan con estas 4 condiciones, probablemente no sentiremos culpa luego de implementar la consecuencia y comprenderán que lo que dicen sus padres se cumple y que sus actos tienen consecuencias.
La crianza, al igual que Mañanitas en casa es un proceso y no un suceso. La clave es la consistencia, la paciencia y la perseverancia, para juntos realizar los ajustes en las estrategias que sean necesarios. Si notamos a los niños desmotivados con las actividades o vemos que les da dificultad, se puede fraccionar la actividad, ajustarla teniendo en cuenta los intereses del niño, reducir el trabajo (realizando 4 de 5 actividades) y siendo creativos para que se enganche y que puedan sentir la satisfacción de haberlo logrado., aun cuando inicialmente no quieren realizar lo que se les indica.
Los hábitos de sueño y alimentación, se ven afectados en los procesos de adaptación y en especial en la cuarentena, ya que los horarios y rutinas de todas las casas, han tenido variaciones. Mientras los niños se ajustan, es común que algunos coman más, coman menos, se despierten en la noche, les cueste conciliar el sueño.
Involucrar a los niños en la preparación de los alimentos, es una experiencia multisensorial. ¡Qué cocinar en familia sea toda una aventura! Y que comer juntos, sea una oportunidad para compartir mucho más que alimentos. Los snacks que ofrecemos en el día, son una oportunidad para ofrecer combinación balanceada de alimentos y como la tendencia es a estar en actividades más sedentarias, que la observación que hacemos de la forma como comen los niños en las comidas principales, guie en la cantidad de alimentos que ofrecemos en los snacks.
Lo ideal es poder mantener la rutina y el horario de acostada… O mejor aún, establecerlo si por el corre-corre no lo habíamos logrado. Así estamos contribuyendo a que nuestros hijos crezcan sanos, fuertes y sobre todo con mejor salud mental. La deprivación de sueño, es una de las principales causas de problemas de comportamiento en los niños y en sus padres. Si ellos están irritables, nosotros también lo estaremos y la calidad de vida familiar se verá deteriorada.
Es una de las formas más efectivas para lograr aprendizajes significativos en los niños. Busquemos objetos que nos gusten, que tengan un color especifico, que suenen de alguna manera, que empiecen por una vocal y repitamos vocalizando el nombre de cada objeto. Esto favorece la conciencia fonológica, dentro de una actividad que motiva y tiene sentido para el niño. Busquemos objetos grandes, contemos cuantos objetos encontramos, agrúpemolos por categorías y así fortalecemos la dimensión lógico-matemática, en compañía de nuestros seres más significativos. Si es posible salir a la manga, busquemos animalitos y hablemos del cuidado del medio ambiente. Podemos ponerle un reto a nuestro hijo para que encuentre y traiga sus juguetes favoritos, mientras nosotros desempeñamos alguna actividad. Luego nombremos con el cada uno de los objetos encontrados y pidámosle que los regrese al lugar indicado.
Estamos compartiendo más tiempo juntos en familia y por tanto hay mayor probabilidad de que se presenten dificultades de interacción entre nosotros. Jugar con los niños, es la estrategia más efectiva para fortalecer el vínculo, pero es una realidad que así estemos todo el tiempo en casa, no es posible jugar con los niños de forma indefinida.
En este orden de ideas, es fundamental definir momentos en los cuales nos dedicaremos exclusivamente a jugar, a volvernos niños con ellos, pero a la vez esta es una oportunidad para empezar a enseñarle a los niños a jugar de forma autónoma, a dejar volar su creatividad y a buscar estrategias para desaburrirse cuando el adulto no está disponible.
Los juegos de roles son muy útiles, pues podemos empezar jugando con ellos a la familia, al doctor, al veterinario, el mercado, a la profesora y lentamente mostrarles como pueden ir replicando este juego con sus muñecos y peluches.
Esto se va haciendo de forma paulatina, aquí van algunas estrategias que pueden ser útiles en este proceso:
– Inicialmente damos el modelo y le mostramos como puede jugar y explorar determinado juguete, lentamente vamos desvaneciendo nuestra presencia, por ejemplo, desplazándonos a otro lugar de la casa, luego le pedimos que este junto a nosotros con ese juguete, mientras nosotros desempeñamos otra actividad y de forma intermitente jugamos con el objeto.
-De forma paralela vamos a brindarle autonomía en otras actividades, por ejemplo, le pedimos que ubique en la mesa los platos y cubiertos, mientras nosotros en la cocina nos encargamos del almuerzo.
– Dependiendo de la actividad de motricidad fina/gruesa a realizar, es posible ir desvaneciendo nuestro acompañamiento. Damos el modelo y periódicamente vamos chequeando cómo va el niño con la ejecución. Así favorecemos autonomía y mantenemos la supervisión según lo exija la tarea.
– Enseñémosle a los niños a jugar sin que el nivel de activación este muy elevado y sin que el adulto tenga que estar dirigiendo la actividad. Para lograrlo hay que preparar el entorno, mostrarle que es divertido realizar actividades tranquilas. Sin perder de vista la supervisión de los niños, entreguemos material que permita que cada miembro de la familia pueda lograr un estado de calma de forma independiente. Podemos utilizar un audiolibro, rompecabezas, bloques o juguetes que nos lleven a jugar de forma tan enérgica. Es balancear el tipo de actividades que realizamos, por ejemplo, en Mañanitas la rutina del cuento al finalizar la jornada, es lo que le indica a los niños que disminuye el nivel de activación.
Planear actividades juntos para realizar durante el fin de semana o en momentos específicos del día que sea posible. En medio de la tensión que genera esta situación, la risa y gozar en familia es un remedio para el alma. El entorno social de los niños y el nuestro se ha modificado drásticamente, por eso estos momentos de entretenimiento se convierten en oportunidades para favorecer la salud mental de toda la familia y para seguir desarrollando habilidades sociales en los niños, aun sin estar en contacto con sus pares en el jardín.
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